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La nobleza y piedad de los Montañeses

La participación de los principales linajes Montañeses en la Reconquista hizo que los Reyes les distinguieran con los títulos de Infanzones, Hijosdalgo, Caballeros, Nobles, Escuderos y Ricos homes

 

El sermón 

La nobleza y piedad de los Montañeses

 

El sermón fue el género literario más cultivado en la Nueva España en los
siglos modernos. De las cerca de 2.000 piezas que fueron impresas en ese virreinato a lo largo del periodo colonial, aproximadamente la mitad se resolvieron como panegíricos en los que imperaba el conceptismo literario. Las más importantes de tales composiciones, a las que se aplicaba el apelativo familiar de sermones de campanillas, se caracterizaban por haber sido redactadas por un orador de renombre, generalmente por encargo, con motivo de una ocasión solemne. También fue nota común a algunos de estos sermones su pretensión de destacar las cualidades morales o la idiosincrasia de algún grupo concreto de la élite social  Este es el caso del sermón titulado La nobleza y piedad de los Montañeses.Demostrada por el Smo. Cristo de Burgos , que fue pronunciado por el padre franciscano fray Juan Agustín Morfi el día 3 de mayo de 1775 con motivo de la fiesta de consagración de la capilla de la Congregación del Santísimo Cristo de Burgos en el convento de San Francisco el Grande de la ciudad de México, publicado ese mismo año en la imprenta que José de Jaúregui tenía en la calle de San Bernardo (hoy Venustiano Carranza) de la ciudad de México, en las inmediaciones del Zócalo. muy cerca, por tanto, del Palacio Virreinal, de la Catedral y de las residencias
palacieps de algunos de los más ilustres nobles Montañeses residentes en la
capital, como las de los condes de la Torre de Cossío, de la Cortina y de Heras Soto o la del Marqués de Rivas Cacho

Del sermón se imprimieron 600 ejemplares que fueron remitidos a una amplia nómina de Montañeses afincados en la Nueva España (225) y a otra serie de personas influyentes de la administración virreinal

La consecución de una fundación piadosa por parte de los Montañeses residentes en Nueva España, como expresión de su religiosidad y como catalizador de su identidad, parece tener su origen en un deseo de emular lo anteriormente realizado por aquella otra élite peninsular con la que pugnaba por alcanzar la mayor relevancia política, social y económica, la de los vizcaínos, “nación” que contaban ya con fundaciones tan notables en la capital como la capilla de Nuestra Señora de Aránzazu (1688) y el Real Colegio de San Ignacio de Loyola o de las Vizcaínas (1752)

A juicio de muchos historiadores actuales, los Vizcaínos y los Montañeses más que como una clase social se comportaron en Nueva España como una “casta” que se diferenció del resto de peninsulares y criollos tanto por sus concepciones como por su preparación, siendo la perseverancia o la sobriedad dos de sus principales cualidades distintivas (Brading, 1977, 154). También como características fundamentales de su nobleza se consideraban un conjunto de virtudes cristianas. Así pues, la conciencia de superioridad moral esgrimida por los Montañeses se basaba tanto en su comportamiento social intachable como en la extrema manifestación de su piedad religiosa y en su intensa dedicación al trabajo

Como apoyo a la tesis de que los Montañeses dieron principio a toda la Nobleza de Castilla, el sermón alude a dos momentos fundamentales en la formación de los reinos cristianos peninsulares. En primer lugar a la Reconquista, cuando: “Los Antiguos Montañeses, declarándose por el partido de la Religión, y de la Patria, se opusieron a la tiranía de los Sarracenos y proclamaron Rey a un Nacional”.
Resulta interesante esta referencia a Don Pelayo, personaje histórico de fuerte carga legendaria, que a menudo es representado en las ejecutorias de hidalguía que los Montañeses exhibían en el exilio como signo indudable de su nobleza y limpieza de sangre (Polo Sánchez, 2009, 1-18) . Esta participación
de los principales linajes Montañeses en la Reconquista hizo que los Reyes les distinguieran con los títulos de Infanzones, Hijosdalgo, Caballeros, Nobles, Escuderos y Ricos homes, siendo ellos el origen de otras muchas casas nobles diseminadas por todos los Reinos Hispánicos, especialmente de las denominadas Grandes del Reino. A estos Ricos homes se les distinguía, además, con la concesión del pendón y la caldera, símbolos respectivos del privilegio que detentaban de disponer huestes a su mando y de riqueza para
mantenerlas.

El sermón sobre La nobleza y piedad de los Montañeses de Fray Juan Agustín Morfi: arte, poder y sociedad en el México colonial
Julio Juan Polo Sánchez

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