Julio Maruri, un vuelo por la poesía

Julio Maruri, un vuelo por la poesía

 

Naciste en 1920 en la calle de San Simón y viviste años más tarde en el número 4 de la calle del Sol, viendo al norte las fincas que subían al Alta y contemplando al Sur tu amada bahía. “El fondo de mí”, escribes, “la indesarraigable y última nostalgia, que venía naciendo”.

Permíteme, pues, ahora que ofrezca a nuestros amigos presentes un breve recordatorio de tu biografía más destacada, antes de dar paso a la lectura de la dedicatoria que te ha hecho tu amigo Miguel González:

Lo dicho: 1920, Santander, calle de San Simón y después calle del Sol, el bar El Diluvio, de tu abuelo y tu padre, el colegio de Madame Latapie, de la calle Gómez Oreña, después el del Santo Ángel, no lejos también, y siempre en el barrio, educación francesa aquella, laica esta, pese a su nombre, el pueblo de Pesués de tu familia materna, los Movellán. 1931, la República, de muchacho con José Luis Hidalgo, al que años más tarde reencontrarías en Proel, también Leopoldo Rodríguez Alcalde, la lectura de Manuel Llano, “La Braña”, el dibujo, otras lecturas, Dumas, Wilde, las oposiciones a telégrafos, la Guerra Civil, los planes frustrados, el servicio militar en 1938, interminable, seis años. Allí, en Madrid, conoces y tratas a Vicente Aleixandre, el premio Nobel, tu gran valedor, y a Dámaso Alonso, Emilio Niveiro, Rafael Morales y Carlos Bousoño, entre otros. 1944, Proel, la revista de recuerdo perdurable, de nuevo con José Luis Hidalgo, José Hierro, Leopoldo R. Alcalde y nuestro convecino ya muerto Carlos Salomón. 1945, “Las aves y los niños”, tu primer libro, publicado por Proel. 1947, “Los años”, accésit del Premio Adonais de poesía, que ganó José Hierro, Proel de nuevo. 1948, tu primera exposición de dibujos, y después en Madrid, de la mano de Pancho Cossío, tu valedor en pintura. 1951, el Carmelo, Bélgica. 1957, tu Antología Poética y el Premio Nacional de Literatura. Francia, 1965, en Les Samuels, Vieux Moulin, en Compiègne, profesor de pintura de niños, la escuela y tu taller. Y así pintando más que escribiendo, en París después, hasta tu vuelta a Santander en estos años 2000.

Gran pintor, prolífico pintor de cientos de telas y papeles, tu obra abstracta está llena de una intensa síntesis emocional. Hubo, sin embargo, más publicaciones literarias:
“Algo que canta sin mí”, 1993; “Artículos perdidos”, 1994; “Poemas en Caravanes”, 2001; “De un Santander perdido”, 2002, (reeditado en 2010); “Paseando con Sabine Mamou/ Promenades avec Julio Maruri”, 2002.

Y Santander, finalmente entre nosotros y muy cerca de tu gran amigo Pablo Beltrán de Heredia, en sus últimos años. Te nos das a conocer de nuevo a los ya no tan jóvenes, nos sorprende tu obra pictórica, te releemos, nos encandila tu personalidad, tu conversación, ya en este Santander recuperado, que no perdido. Tú, Julio Maruri, descalzo en la estricta observancia de la vida.

Del homenaje a Julio Maruri de la asociación Sol Cultural

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