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Fray Toribio de Benavente

Fray Toribio de Benavente es un franciscano español, uno de los 12 miembros de la Orden que pasaron a México en 1524. Había nacido en Benavente, actual provincia de Zamora. De su vida hasta entonces solamente conocemos que profesó en la provincia de Santiago y fue trasladado a la de San Gabriel de Extremadura al ser designado como uno de los expedicionarios que marcharían a las tierras indianas. Embarcó con sus compañeros en Sanlúcar el 25 en. 1524. Fray Martín de Valencia iba como vicario. Llegados a San Juan de Ulúa y habiendo emprendido el camino de la capital, en Tlaxcala fr. Toribio tomó el nombre de Motolinía, al oír la palabra de boca de los indios y enterarse que en su lengua significaba pobre. En 17 de junio entró la pequeña comunidad en la capital de México, siendo recibida con alborozo por Hernán Cortés, que la presentó a los indios públicamente. Durante los primeros quince días estuvieron los frailes en retiro espiritual y seguidamente se reunieron en capítulo para deliberar sobre los planes a seguir. Acordaron dividirse en grupos para iniciar la predicación. Se distribuyeron entre las principales ciudades de cuatro en cuatro, puesto que a los 12 se unieron cinco franciscanos que habian llegado antes. Mientras fr. Martín y cuatro más quedaron en México, los otros marcharon a Texcoco, Tlaxcala y Huexotzingo. Desconocemos a dónde fue de momento fr. Toribio, si bien poco después lo encontramos de guardián en el convento de la capital, haciendo presentación ante el Cabildo de la ciudad de las bulas y provisiones que autorizaban a los frailes para ejercer jurisdicción eclesiástica de carácter episcopal. No obstante, los regidores se opusieron a su reconocimiento, posiblemente disgustados por el parecer que los religiosos defendían sobre la política a seguir con los indios; y quizá también por la lealtad que guardaban a Cortés, caído en desgracia ante los gobernantes de la ciudad. En 1529, fr. Toribio era guardián del convento de Huexotzingo, donde dio asilo a unos caciques indios huidos de la persecución de la primera Audiencia, por lo que se le acusó de conspirador. Posiblemente esto lo llevó a misionar por tierras de Guatemala y Nicaragua. De regreso, en 1531 participó en la fundación de la ciudad de Puebla y dos años más tarde estaba en Tehuantepec, de donde partió de nuevo hacia Guatemala. De 1535 a 1541 comenzó la redacción de su Historia de los Indios de la Nueva España en el convento de Tlaxcala. Luego, una vez más, fue a Guatemala a fundar la Custodia de su Orden; sabemos que él mismo era custodio en 1544 y, como tal, participó en la polémica con los dominicos sobre la administración de los sacramentos a los indios, mostrándose en sus escritos al Emperador como enemigo de las ideas de Las Casas. En 1548 se le encargó recoger el Confesionario del obispo dominico, siendo quizá ya superior de la Provincia del Santo Evangelio de México (1448-1555), tras un breve periodo en que fue viceprovincial. Desde 1555, en que estaba de guardián en el convento de Atlixco, del que había sido fundador, sólo sabemos que m. en la capital mexicana en 9 ag. 1569, después de 45 años de labor apostólica. Brilló por su ardiente caridad y amor a los naturales, de quienes fue un verdadero padre y defensor. Escribió su Historia de los indios de la Nueva España obligado por la obediencia. Su estilo tiene toda la naturalidad y sencillez del espíritu franciscano. Es de gran utilidad para el conocimiento de los primeros años del proceso de la evangelización y del choque de culturas en México. Narra los sucesos del apostolado, con sus éxitos y obstáculos. Pero no sigue un plan preconcebido, sino que los hechos y comentarios van surgiendo con espontánea ingenuidad. No obstante, el haber sido su autor testigo de los sucesos que narra da a la obra un valor incalculable como fuente de primera mano.
F. DE ARMAS MEDINA.
Cortesía de Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991
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