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El puente de Treto

El Puente de Treto, también conocido como Puente Giratorio o Puente de Hierro se halla situado sobre la ría del Asón, entre los municipios cántabros de Colindres y Bárcena de Cicero, a la altura de la carretera N-634. Proyectado por el ingeniero Eduardo Miera, se compone de una estructura metálica de doble arco parabólico, armada en celosía y apoyada sobre pilares de piedra, con una longitud de 161,74 metros. Construido entre 1897 y 1905 por la Fábrica de Mieres, una de sus secciones, la que pega con la orilla derecha (Colindres), es móvil, diseñada para girar sobre sí misma y permitir el paso de embarcaciones.

El hierro utilizado en la construcción procedía de Amberes, habiéndose montado los tramos parabólicos en Mieres (Asturias) y el giratorio en Lieja (Bélgica). Presenta caracteres estilísticos innovadores y de carácter futurista (inspirados en la escuela de Gustave Eiffel), resaltando un aspecto sólido, suave, sencillo, sin exageraciones y bien resuelto.

Hasta la construcción del puente metálico de Treto (Bárcena de Cicero), el paso de la ría entre este lugar y Colindres sufría las violentas y agresivas crecidas del río Asón. Dicho canal se ha mostrado desde la Antigüedad como la dificultad orográfica más problemática de la principal vía comunicativa de la costa cantábrica, que ponía enlazaba las capitales de Santander y Bilbao. Para superar dicha dificultad se utilizó tradicionalmente una barca que atracaba a ambos lados de la ría.

Las primeras menciones sobre la popular Barca de Treto, pertenecen al siglo XV, en referencia a los peregrinos del Camino de Santiago que utilizaban el Camino de la Costa (y paraban en la Ermita de la Magdalena, en Colindres). A partir del siglo XVIII el barcaje se convirtió en posesión del Duque de Noblejas.

Interrumpido el servicio por la I Guerra Carlista (1833-1840), se ordenó la gestión de aquél a los Concejos de Colindres y Adal (Bárcena de Cicero) para dar servicio al paso de tropas, decisión ante la cual el Duque interpuso demanda judicial. Tras la guerra se le devolvió la propiedad, pero el noble se vio obligado a hipotecarlo para hacer frente a un préstamo concedido por las monjas del Canal. Además, la mala conservación de la barca provocó más de un accidente, lo que hizo que el arrendatario desistiera en más de una ocasión de continuar con el servicio. Por otro lado, el coste de la madera utilizada en las reparaciones se hacía recaer en los pueblos de la antigua Junta de Cesto (Bárcena de Cicero, Hazas y Solórzano).

Finalmente, gracias a la desamortización de los bienes de las religiosas los derechos del barcaje pasaron al Estado, el cual mejoró el servicio construyendo una nueva embarcación y habilitando unas escolleras que redujeron el tramo fluvial.

Éstas tenían una longitud de 800 metros, 600 de ellos en el término municipal de Colindres; su anchura era de 7.20 metros y consiguieron reducir el ancho de la ría a 170 metros en bajamar y 300 en pleamar. La construcción de las escolleras culminaba el proceso de iniciativas estatales realizado a mediados del siglo XIX en la comarca, (carretera de Laredo a Los Tornos y la de Solares a Ontón) y que la convirtieron en un relevante cruce de caminos. Hasta entonces para dirigirse a la barco había sido necesario transitar por una calzada en malísimo estado, debida según Madoz a la generosidad de Bárbara Blomberg.

El nuevo barco terminó de construirse en enero de 1864, obra del calefate Matías de Castanedo. Era un lanchón con tres bancos en la proa para los remeros, al que posteriormente se dotó de una cadena y un cable metálico, el cual iba unido a un bolo con una ranura en su extremo, deslizándose así la barca en sentido contrario al empuje de aquellos. En la parte posterior llevaba dos planchas en las que se podían portar hasta cuatro coches con sus propios caballos.

El Estado se hizo cargo de la barca para facilitar el tráfico en un punto que posiblitaba el acceso a la capital y a los ferrocarriles de Alar a Santander y de Tudela a Bilbao, facilitando de esta manera el comercio de Laredo y Castro, principales productoras de pescado fresco, escabeches y conservas de la región. A partir de este momento el tráfico irá en constante crecimiento, y con la llegada del ferrocarril a Treto se volverá insostenible para la barca, haciendo acuciante la construcción de un puente en el paso.

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