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LA CASONA DE TUDANCA

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En su libro Rutas literarias de la Montaña José María de Cossío recoge la descripción que Miguel de Unamuno hizo de la población en que se encuentra la Casona: «A un lado y otro del río Nansa, en el valle de Tudanca, se alzan montañas y riscos, revestidos de robledos y hayedos, con avellanos y otras especies además de altas praderías que cierran el azul del cielo con la verdura de los pastos, a los que viene a acariciar la bruma tutelar. En el fondo, junto al río, los maizales ponen su nota de cultivo casero. Y entre los maizales, junto a la pobre iglesiuca, está cerrado el huerto de la muerte, el cementerio de Tudanca, sobre el que vigila una cruz de piedra».

Tudanca, declarada en 1983 Conjunto Histórico por su riqueza arquitectónica, se encuentra a poco más de 50 km de Santander. El paisaje, las costumbres y habla de sus gentes, fueron recogidos por José María de Pereda en Peñas Arriba, quien situó parte de la acción en la Casona misma.

El personaje

José María de Cossío y Martínez Fortún nació en Valladolid el 25 de marzo de 1892. Allí estudió bachillerato y terminó la carrera de Derecho. En 1913 marchó a Madrid para doctorarse y dos años más tarde se instaló en Salamanca donde continuó sus estudios de Filosofía y Letras. Conoció a Miguel de Unamuno y nació su afición al mundo taurino, fundamentalmente gracias a su amistad con el ganadero Alipio Pérez Tabernero y su familia.

No es fácil resumir los 85 intensos años de vida de Cossío. Promovió actividades en el Ateneo de Valladolid, como más tarde, en la década de los sesenta lo hizo en el de Santander y en el de Madrid, que presidió en 1963. Gran conversador, fue asiduo de tertulias intelectuales y taurinas, aficionado al fútbol como seguidor del Barcelona, socio del Real y del Atlético de Madrid y presidente del Racing de Santander (1932-1936).

Trabajó con Pedro Salinas en la fundación de lo que sería la Universidad Internacional Menéndez Pelayo; actuó como secretario de la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander; promovió con Jorge Guillén en Valladolid la revista literaria «Meseta Papel de Literatura»; y fue organizador del homenaje a Góngora en 1927 en el Ateneo de Sevilla, aunque no pudo asistir a él. El 4 de febrero de 1948 fue nombrado Hijo Adoptivo de la Provincia de Santander.

Ingresó en la Real Academia de la Lengua Española en 1949 con el discurso «Lope, personaje de sus comedias». En la Casona se conserva el título original de Académico con las firmas del director Menéndez Pidal y el secretario Julio Casares. En el Boletín de la Academia publicó numerosos trabajos de investigación y crítica literaria. Murió en Valladolid el 25 de octubre de 1977 y sus restos fueron trasladados a Tudanca en agosto de 1983.

Afición taurina

Cossío fue amigo de toreros y escritores. Destaca su amistad con José Gómez Ortega «Gallito», con quien viajó durante sus últimas seis temporadas como torero hasta morir de una cornada en la plaza de Talavera de la Reina en 1920. En aquella cuadrilla conoció a Ignacio Sánchez Mejías, que iba en ella como banderillero, y que más tarde sería dramaturgo y torero. Fue Cossío quien le presentó a la Generación del 27. De su muerte se enteró en Santander por García Lorca, quien aquellos días se encontraba en la Universidad Internacional con La Barraca. También mantuvo amistad con Juan Belmonte «El Pasmo de Triana», Rafael Ortega «El Gallo», Pepe Luis Vázquez, Álvaro Domecq, Domingo Ortega…

A Miguel Hernández le conoció en 1935 y fue quien le buscó empleo en la editorial Espasa Calpe como secretario suyo con un sueldo de 250 pesetas mensuales cuando estaba trabajando en el tomo I de su obra Los Toros. Miguel Hernández redactó la biografía de algunos de los toreros incluidos en aquella obra. Según escribe Andrés Trapiello: «Con su amigo y protector fue detenido en la Ciudad Lineal de Madrid, después de los sucesos en que los comunistas atacaron al Gobierno de emergencia de Casado». Cossío le visitó en la cárcel cuando fue detenido en 1939 y utilizó sus influencias para que le conmutaran la pena de muerte dictada por un consejo de guerra en enero de 1940. Condenado a cadena perpetua, Miguel Hernández murió en junio de 1941.

Cossío escribió un centenar de títulos de los que se pueden destacar: Rutas Literarias de la Montaña, Los toros en la poesía Castellana, Estudios sobre los escritores montañeses. Los Toros. Tratado técnico histórico es su obra más conocida y definitiva, el último tomo editado por la editorial Espasa Calpe es el número 12.

La Casona de Tudanca
En la edición publicada en España en 1957 de La arboleda perdida, Rafael Alberti recuerda que en 1928 fue invitado, tras una grave crisis personal, por José María Cossío «a pasar unos días en su casona de Tudanca. Y allí llegué con él, una noche de lluvia, a caballo, alumbrados por un farol, entre arroyos crecidos y golpes de ventisca». Y como al partir «entregué a Cossío El Alba del Alhelí, ante el ofrecimiento generoso de publicarlo a expensas suyas en su colección libros para amigos…».

Escribe Alberti: «En Tudanca, pueblo apenas de cuarenta casas, vivíamos solos, rodeados de pobres campesinos… La Casona era hermosa. Buena biblioteca, sillones fraileros, chimeneas de campana para el frío, agudo y prolongado allí, en el norte. La solana daba al jardín, un pequeño vergel de flores y frutales».

La Casona de Tudanca, escribe Cossío, «fue construida por un perulero en tiempos de Felipe V, que salido de Tudanca sin fortuna, la logró en el otro continente, y a su regreso edificó la Casona…». Pascual Fernández de Linares mandó levantar la casona en 1750, cuando volvió de Perú donde había desarrollado diferentes encargos de la Corona. Al morir sin descendencia pasó a la familia García de la Cuesta y Velarde y por ello es conocida también como Palacio de la Cuesta.

Las visitas de escritores y políticos comenzaron con don Juan Manuel de la Cuesta, bisabuelo de Cossío. Allí pasaron algún tiempo Unamuno (1923), Alberti, que coincidió con Carlos Gardel (1928), José del Río Sainz, Gerardo Diego (1920); Giner de los Ríos, Gregorio Marañón…

Cossío siempre estuvo unido a la Casona de Tudanca. En ella pasaba desde principio de mayo hasta finales de octubre, en que regresaba a Madrid. El 2 de mayo de 1975, cedía la Casona, su huerta, muebles, libros y cuadros a la Diputación Provincial de Santander.

El edificio
La Casona es un inmueble de piedra de planta rectangular, con tres cubiertas individualizadas a dos aguas, con la solana orientada al sur y la entrada al norte. Al lado, la torre rectangular y la capilla. En el portal de la entrada principal se puede ver la réplica de la virgen del pueblo peruano de Cocharcas, traída de allí por quien construyó la Casona. El retablo barroco de la capilla es del siglo XVIII. Allí también se ve un niño de tradición flamenca del siglo XVI y una Virgen dolorosa que Cossío adquirió a la viuda de Sánchez Mejías, con un manto realizado con un capote de paseo de José Gómez Ortega «Gallito».

De los retratos dedicados a José María de Cossío destacan dos dibujos que le dedicaron Zuloaga y Vázquez Díaz, y una escultura de Sebastián Miranda, que forman parte de lo que fue el despacho de trabajo del escritor y que se conserva. También podemos ver su rostro visto por Cristóbal Hall, Bonafé, su sobrino Pérez de Cossío o su hermano Mariano de Cossío, de quien se puede ver también el óleo «El bibliófilo». Otros trabajos que forman parte del patrimonio de la Casona son obras de Dionisio Fierros, Ortega Muñoz, Julio Sanz Saiz, Julio de Pablo, G. Valdeón o Eduardo de Vicente.

De los antiguos moradores de la Casona se guardan numerosos objetos como un poncho peruano y varios trabajos de platería traídos por Pascual Fernández de Linares. Del general Gregorio de la Cuesta, además de su retrato y escudo de armas, se conserva la cama portátil que llevaba al frente durante las guerras napoleónicas.

Son muchos los materiales relacionados con el ambiente taurino que pueden verse, como las fotografías dedicadas de Cayetano Ordóñez o José (Gómez) Ortega «Gallito», de quien también se guardan las catorce carpetas que conservaba una de las hermanas con programas, carteles, crónicas… o la colección de aguafuertes de Zuloaga el Mozo.

La biblioteca
La biblioteca de la Casona está formada por casi 25.000 volúmenes, con publicaciones de los siglos XVI al XX. El más antiguo data de 1517. Se conservan las ediciones de los escritos del propio Cossío y una de las primeras ediciones de la colección Austral de Espasa Calpe, que incluye aquellos ejemplares no publicados en España y que eran enviados desde Buenos Aires por valija diplomática.

El verdadero tesoro bibliográfico de la Casona son los manuscritos que custodia, sobre todo de escritores vinculados a la Generación del 27, con textos de Rafael Alberti, Federico García Lorca, Gerardo Diego, Jorge Guillén…, «Sobre los Ángeles», «Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías», «El hombre acecha», el Cancionero iniciado por el propio Cossío en 1940 y compuesto por los pliegos autógrafos de 300 autores.

Otros textos originales que se custodian pertenecen a Pereda, Unamuno, Manuel Azaña, Dámaso Alonso, José Hierro, Cela del que se preserva la transcripción autógrafa de «La familia de Pascual Duarte».

A todo ello hay que añadir el archivo histórico familiar y el amplio epistolario que Cossío mantuvo con los poetas del 27, con Miguel Hernández, con escritores, toreros…

En marzo de 2000 el Consejo de Gobierno de Cantabria aprobó la firma de un convenio con la Residencia de Estudiantes para incorporar los fondos de la Casona al Archivo Virtual de la Cultura Contemporánea. El plazo previsto para la digitalización de esos fondos son los años 2000 y 2001.

La visita
Permanece abierta al público todo el año (excepto el mes de enero por mantenimiento). La visita es guiada, con grupos de 20 personas como máximo. La duración es 45 minutos.

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