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Domingo Martínez de Irala

Domingo Martínez de Irala (1509-1556)

Conquistador español del Paraguay, n. en 1509, en Vergara. Fue con Pedro de Mendoza (v.) al Río de la Plata (1535-36) y estuvo en la fundación de Buenos Aires. Partió con Juan de Ayolas hacia el Perú (14 oct. 1536), hasta llegar a un punto sobre el río Paraguay (200 de lat. S) que denominaron Candelaria (2 febrero). M. del. quedó allí con 30 soldados, como teniente de Ayolas, y éste se internó en el Chaco, hacia el O. En Candelaria, lo encontraron los capitanes Juan de Salazar y Gonzalo de Mendoza (junio 1537), enviados del adelantado. Por el mal estado de sus barcos, M. del. descendió hasta Arecutacuá a repararlos, y aquéllos siguieron aguas abajo, a fundar un fuerte: Asunción. Dos veces regresó M. de I. a Candelaria y no pudo sostenerse allí por la hostilidad de los naturales y el deterioro de su flotilla.

En abril de 1539 estaba en Asunción, donde se suscitó controversia por el mando superior. M. del. invocaba su calidad de teniente de Ayolas, que lo era a su vez del adelantado; Francisco Ruiz Galán se fundaba en un despacho del mismo Mendoza; y Alonso Cabrera exhibía una cédula que facultaba a los conquistadores a elegir gobernador a falta de legítimo titular del cargo. Prevaleció el derecho de M. de I., que asumió el poder (19 jun. 1539). Otra vez en Candelaria, comprobó la muerte de Ayolas y su gente por los indios. Desde entonces, afrontaría la difícil tarea de sostener la conquista sin recursos y sin auxilios de la metrópoli. Con los oficiales de hacienda, acordó la despoblación de Buenos Aires y la concentración de todos los españoles en Asunción, a la que dio cabildo (16 sept. 1541) y señaló traza de ciudad.

El 12 mar. 1542 llegaba el adelantado Alvar Núñez Cabeza de Vaca (v.), que designó a M. de I. su maestre de campo y le envió al Norte a buscar un camino al Alto Perú. El 6 en. 1543, M. del. reconocía el puerto de los Reyes, que le pareció apropiado para base de operaciones. De regreso, sofocó un alzamiento indígena, acompañó al adelantado a los Reyes ‘(septiembre 1543) y de allí pasó a la zona de los xarayes, en el curso superior del río Paraguay. De vuelta a Asunción, los vecinos depusieron a Cabeza de Vaca y los oficiales de hacienda entregaron el mando a M. de I. (25 abr. 1544); su nuevo gobierno duró 12 años, hasta su muerte. Sometió a indios hostiles, dispuso exploraciones y, en noviembre de 1547, a través del Chaco, fue al Alto Perú, donde halló ya afirmado el poder español. En Asunción, había quedado por teniente suyo Francisco de Mendoza, que fue preso y ejecutado por antiguos parciales de Cabeza de Vaca (agosto 1548). Entre tanto, M. del. esperaba noticias del Perú, y la incertidumbre soliviantaba a su gente, por lo que cedió el mando a Gonzalo de Mendoza. De vuelta los expedicionarios en la costa del río Paraguay, se enteraron de lo acontecido en Asunción y se sometieron a M. del. (13 mar. 1549), para bajar juntos a la capital, en la que entraron sin oposición. Se formó causa a los rebeldes y su jefe, Diego de Abreu, fue muerto en la selva (1553).

Tardaba M. de I. en repartir encomiendas de indios, lo que inquietaba a los conquistadores, a dos de los cuales hizo ejecutar. M. de I., sin embargo, no era sanguinario: a dos condenados a muerte, Alonso Riquelme de Guzmán y Francisco Ortiz de Vergara, cabecillas alvaristas, les indultó y les casó con dos hijas suyas, las mestizas Úrsula y Marina (1552 ó 1553). De este modo, aseguró paz perdurable y la terminación de las antiguas banderías.

M. de I. asentó la colonia y se ocupó de vigilar la línea de Tordesillas, fundó pueblos de indios, fomentó el mestizaje, reglamentó los gremios y oficios, abrió una escuela y dio cuenta al rey de todo lo acontecido desde la deposición de Cabeza de Vaca. En abril de 1556, llegaba el primer obispo, y M. de I. recibía su título de gobernador, con lo cual quedaba definitivamente organizada la provincia. Cuando dirigía el corte de maderas para la futura catedral, enfermó de gravedad y poco después moría en Asunción (3 oct. 1556). Le sucedían 10 hijos, habidos con siete indias guaraníes. Su descendencia ha descollado en toda la historia paraguaya. Por su abnegación, sagacidad y obra de gobierno, es considerado el fundador del Paraguay.

RAFAEL ELADIO VELÁZQUEZ

Editorial Rialp. Gran Enciclopedia Rialp, 1991

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