Estrabón señala que entre los cántabros, como en otras poblaciones diversas del mundo bárbaro (celtas, tracios, escitas), se producía un hecho que no respondía al modelo de actuación de la mujer greco-romana; el valor y la valentía no sólo existía entre los hombres sino también entre las mujeres. Entonces introduce el elemento del parto de las mujeres cántabras, que ha motivado muy especial atención en la historiografía contemporánea: “las mujeres cultivan la tierra, y apenas dan a luz ceden el lecho a sus maridos y los cuidan. Con frecuencia paren en el momento en el que se encuentran en plena labor, de forma que lavan al recién nacido inclinándose sobre la corriente del arroyo, y lo envuelven luego” (Estrabon III, 4, 17)