Todo el pueblo guardaba bien las fiestas, rezaba el rosario en casa y cumplía con Pascua. Muchos rezaban en el campo, al toque de oraciones. Algunos recorrían en Jueves Santo siete pueblos en visita de estaciones vestidos de nazarenos con pesada cruz al hombro, en acción de gracias por haberse librado de quintas o en promesa.
(«La vida en Cumbrales» 140)