La capilla de San Roque

Santander es una ciudad enamorada de aquellos años en los que los arenales de El Sardinero se transformaron en motor de una rutilante estación balnearia. Un lienzo fechado en 1906 del valenciano Antonio Gomar que custodia el Museo de Bellas Artes de Santander, ofrece una estampa del corazón de la zona playera en aquel periodo. En él se pueden ver, dispuestos en un paisaje todavía agreste, la casa de baños anclada a la arena, la avenida de los hoteles, el primitivo casino y en primer término, encaramada a una roca, la ermita de San Roque. El grueso de estas construcciones ha desaparecido o ha sido radicalmente reformado. Resulta particularmente interesante la historia de la capilla, que puede leerse como un resumen de los avatares del corazón histórico-arquitectónico de la ciudad: una desaparición intempestiva y una recuperación tejida con los mimbres de de la España de la postguerra.

Las dos capillas

Una carta enviada el 2 de septiembre de 1870 al alcalde de Santander, convirtió a Francisco Mazón, vecino del Sardinero, en uno de los principales impulsores de la construcción de una ermita dedicada a San Roque (advocación elegida en memoria de una epidemia que había afectado a la población cinco años antes) en el sitio llamado El Cañón -entre la Primera y La Concha-. Un decreto de la diócesis del 15 de octubre de 1870 autorizó su erección que fue financiada por suscripción popular (costó 50.000 reales). Proyectado por el arquitecto municipal Atilano Rodríguez Collado, el recinto presentaba dos cuerpos que flanqueaban un espacio cerrado por una cúpula.

Fue abierto al culto en julio de 1872 y en 1900 fue nombrado el primer capellán, José Fernández Tejedor que acometió diversas reformas, continuadas por su sucesor en el cargo Pascasio Díez.

A principios de 1934 se cerró la ermita y dos años más tarde fue demolida en el marco de las actuaciones urbanísticas acometidas durante la fugaz y demoledora alcaldía de Ernesto del Castillo Bordenabe. La parroquia conoció entonces diversas ubicaciones: el convento de las religiosas Esclavas, un pabellón levantado en la finca de un vecino llamado Francisco García Fernández (destruido durante el huracán de febrero de 1941 que avivó el incendio de la vieja Santander), el casino y los hoteles Hoyuela y Roma.

En 1938, el arquitecto municipal Ramiro Saiz Mesones Martínez proyectó la nueva iglesia de San Roque y ésta fue construida en terreno cedido por el ayuntamiento. Su inauguración tuvo lugar el domingo 19 de marzo de 1944 (en fechas posteriores fueron concluidos la vivienda del párroco y coadjutores, el salón de catequesis y la torre).

Más información:

www.cantabria102municipios.com

Vía El Diario Montañés

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