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En Mayo de 1918 las averías obligaron al submarino alemán «U-56» a recalar en el puerto de Santander. La Primera Guerra Mundial terminó el 11 de noviembre del mismo año pero eso, naturalmente, lo ignoraban los tripulantes de este navío alemán, los habitantes de Santander y el resto de las Marinas aliadas.
El submarino fue trasladado al dique de Gamazo, donde se le repararon algunas de las averías esenciales que le obligaron a buscar refugio en aquel puerto. En atención a las leyes de guerra, las autoridades marítimas españolas ordenaron que se le despojase de las piezas esenciales para su navegación, a fin de asegurar la permanencia del sumergible como barco de guerra internado. A bordo del «U-56» quedaron 17 hombres de la tripulación, a las órdenes de un oficial alemán. En todo momento permaneció vigilado por buques de guerra españoles.
Los submarinos se habían empleado en la guerra en contadas ocasiones. Fue la Primera Guerra la que los convirtió en una temible arma. La superioridad naval británica hizo que los alemanes apostaran por la guerra submarina. Las condiciones eran terribles, pero consiguieron importantes victorias. Se declaró la guerra submarina total, lo que tuvo sin embargo fatales consecuencias para los submarinos alemanes. En primer los buques mercantes británicos pasaron a navegar en convoyes protegidos por barcos de guerra. Y el comercio desde los Estados Unidos a Europa se vio muy afectado, siendo uno más de los factores que harían que los norteamericanos entraran en la guerra.
Volviendo a nuestro submarino de la fotografía, el «U-56» se mantuvo en Santander hasta el final de la guerra. Las presiones de los países beligerantes, la debilidad de los alemanes, que comenzaban a perder la contienda, y el poco interés de España en devolver el buque a la Marina de Guerra alemana le dejaron varado en el puerto cántabro, convirtiéndose en una novedad muy popular. Nunca más volvió a navegar como buque de guerra alemán. Al terminar la guerra, los cazatorpedos británicos Foolish y Guiltless llegaron al puerto de Santander para hacerse cargo del submarino, de acuerdo a los términos del armisticio.
La fotografía es de Pablo Isidro Duomarco (1870–1949). Con tan sólo once años comenzó a trabajar en el estudio de los fotógrafosLeandro y Urtasun. Tras la muerte de los dos, Duomarco se hizo con el estudio, dedicándose, como era habitual en los fotógrafos de la época, a la fotografía de estudio, pero también a la fotografía documental, que vivía, gracias sobre todo a las tarjetas postales, un momento de auge. También trabajó para la prensa, convirtiéndose en el corresponsal deBlanco y Negro y ABC en Santander y toda Cantabria. Un incendio en 1941 destruyó su estudio, su casa y parte de su colección de negativos.
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