Aproximadamente a donde hoy se inicia la avenida de Calvo Sotelo (por su parte occidental) estaban las atarazanas de galeras o almacenes de pertrechos para las armadas reales. Podemos ver en el grabado del Braun y en el croquis de Zuyer, los restos de los arcos del vetusto edificio, ruinas que dicen de una antigua y activa dedicación marítima; todavía cuando el canónigo Zuyer las vio (pasada la mitad del siglo XVII) se miraban en las aguas de la ría, que penetraban hasta Becedo. Y ya, en el hilo histórico, hay que recordar que Juan de Isla y Alvear transformó sus ruinas en almacenes para el aprovisionamiento de los navíos a los que puso quilla en Guarnizo; se está hablando del año 1752, vísperas de “nacer” la ciudad como tal entidad administrativa y política.
José Simón Cabarga, Santander en la historia de sus calles
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