En su libro ‘La España Negra’ el escritor José Gutiérrez Solana decía de ellas: “las mujeres, con las piernas desnudas, abrumadas por el enorme peso de los capachos (cestos) llenos de plateadas sardinas, por cuyas rendijas iba escurriendo todavía agua y escamas que se las pegaban al pelo; otras iban cargadas con bonitos azulados y con reflejos metálicos, con las agallas todavía chorreando sangre, enormes y panzudos.