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Europa aeterna: Saint-Pierre De Solesmes

Abadía benedictina de San Pedro de Solesmes (Abbaye Saint-Pierre de Solesmes), Francia

Monasterio benedictino junto a Sablé y a la derecha del río Sarthe, en Francia. Fue fundado, según una antigua tradición, por S. Toribio, uno de los primeros obispos de Mans, en el s. v. El pequeño lugar de culto erigido por el obispo no tarda en convertirse en una iglesia rodeada de un amplio cementerio. En el año 1000, un noble de Sablé, Godofredo, establece aquí un priorato benedictino con monjes llegados de Couture. Goza de una relativa prosperidad en todo el s. xi y es visitado por los obispos de Mans y el papa Urbano II, que se detiene allí en 1096. La Guerra de los Cien Años (v.), que asuela toda la provincia de Mans, tiene también su repercusión en el priorato y es incendiado y saqueado. Merced al celo y esfuerzo de la abadía fundadora de Couture, el monasterio se restaura y conoce un nuevo periodo de esplendor a finales del s. xv y principios del xvi bajo el gobierno de los priores Filiberto de la Cruz, Guillermo Cheminart y Juan Bougler. A la muerte de este último se inicia una época de decadencia con las guerras de religión y la encomienda, que destruye el espíritu monástico. Cedido en beneficio a la limosnera mayor de la reina, apenas si contaba cuatro religiosos al iniciar en 1664 una restauración material y espiritual los monjes de la Congregación de S. Mauro. En 1723 estaba ya concluido eledificio que hoy se conoce con el nombre del «antiguo priorato». Al suprimir los votos religiosos la Constitución del 13 feb. 1790, tras repetida resistencia, son expulsados los monjes y obligados a abandonar el monasterio. Puesto en venta el edificio, es adquirido por Lenoir de Chanteloup. La secularización llega hasta el año 1832. Un joven sacerdote de Sablé, Próspero Guéranger, lo compra y se traslada allí a vivir con seis compañeros. A pesar de los comienzos difíciles -le abandonan todos menos uno- y después de mudar el hábito secular por el hábito benedictino, se presenta en Roma a dar cuenta de su obra al papa Gregorio XVI. El 26 jul. 1837 pronuncia sus votos en la abadía de San Pablo de Roma y S. se transforma en abadía, madre de una futura Congregación heredera de Cluny y S. Mauro. Dom Guéranger, nombrado abad general, prosigue su obra monástica al mismo tiempo que su campaña litúrgica, publicando en 1840 su magnífica obra Institutions liturgiques, y fundando el año siguiente L’Anné liturgique, destinado a propagar entre los fieles la piedad litúrgica. Entre tanto, la comunidad de S. aumenta y en 1853, solicitado por el obispo de Poitiers, cardenal Pie, podía Dom Guéranger restaurar el antiquísimo monasterio de S. Martín de Ligugé. Bajo la dirección del fundador se formaba una escuela de sabios insignes, entre los cuales descollaban el cardenal Pitra y Dom Pothier, a quien su mestro encomendaba la tarea de restaurar el canto gregoriano, que S. Pío X mandaría aceptar a toda la Iglesia. En toda la orden se miraba con admiración la obra de S. y Monte Casino pedía monjes a Dom Guéranger. En 1865 nace otra nueva filial, el monasterio de S. Magdalena de Marsella, y cerca de S. surgía poco después una abadía de monjas, a la que Dom Guéranger dio el nombre de S. Cecilia. Cuando el gran monje murió, el 30 en. 1875, Pío IX pudo decir de él que había sido uno de los hombres que mejor habían servido a la Iglesia en los tiempos modernos. Dom Guéranger dejaba tras de sí una obra grandiosa. Una numerosa comunidad quedaba en S. dispuesta a no sucumbir a las terribles pruebas de que iba a ser objeto. En 1880 unos célebres decretos proscriben en Francia las órdenes y congregaciones religiosas no autorizadas por el Estado. A excepción de algunos pocos monjes, a los que se les permitió permanecer en él a título de propietarios, el resto de la comunidad salió exiliada del monasterio acogiéndose a la hospitalidad ofrecida por los numerosos amigos de los monjes y formando pequeños prioratos en la misma población de S., en Juigné, Bouére, Pincé. Algunos se trasladaron a España para participar en la restauración que los monjes de Ligugé acababan de emprender de la antigua abadía de Silos (v.), en la provincia de Burgos. Apaciguada la persecución, se reintegran al monasterio y por espacio de un año permanecen tranquilos. El siguiente destierro dura más de diez años, durante los cuales la comunidad vive en la villa de S., celebrando unas veces los oficios litúrgicos en la parroquia y alternando otras con el coro de monjas en S. Cecilia. A pesar de las condiciones desfavorables, la vida monástica se mantiene fervorosa, afluyen las vocaciones y se emprende la nueva fundación de S. Mauro de Glandfeuil, en Anjou; el mismo año S. Cecilia había fundado el monasterio de Nuestra Señora de Wisques, en Artois, que sería seguido en 1894 de la erección de un monasterio de monjes en el mismo lugar y bajo la advocación de S. Paulo. El monasterio, no obstante, permanecía cerrado y fuera de él m. en 1890 su abad Dom Couturier. Su sucesor, Dom Delatte, juzgando que este destierro duraba ya demasiado y a la larga iba a ser perjudicial para la vida religiosa de sus monjes, restablece la vida claustral en el monasterio y amplía los edificios para albergar a la siempre creciente comunidad. Dos nuevas abadías erigidas a finales del s. xix, S. Ana de Kergonan, en Bretaña -a la que se unirá pronto la de monjas de S. Miguel-, y S. Miguel de Farnborough, en Inglaterra, proclaman una vez más la vitalidad de la abadía. En 1901 las leyes laicas suprimen por tercera vez los monasterios. En esta ocasión los monjes se refugian en Inglaterra, en la isla de Wigthen, en el castillo de Appuldurcombe, para restaurar después el monasterio de Quarr Abbey. No pueden volver a S., convertido en hospital durante la guerra de 1914, hasta el año 1922, siendo ya abad Dom Gozien. Se construye entonces una nueva iglesia, un nuevo claustro, una nueva ala de edificio, una nueva hospedería y se da vida al antiguo monasterio cisterciense de Fontgombault (Indre). Al morir Dom Gozien el 18 mayo 1960, su sucesor, Dom Prou, encontraba una casa renovada y apta para que una comunidad numerosa prosiguiera allí su vida monástica. S. es hoy uno de los grandes centros religiosos de Francia y la principal abadía benedictina de Europa. Los discípulos de Dom Pothier y Dom Mocquereau continúan la labor de restauración gregoriana, en La Paléographie Musicale por ellos fundada. Obra de este taller han sido las publicaciones Le Nombre Musical Grégorien, Revue Grégorienne, Études Grégoriennes, Le Graduel neume, Graduale simplex y las numerosas grabaciones de discos, que tanto han contribuido a dar a conocer en el mundo entero el antiguo canto de la Iglesia.En S., la iglesia es el monumento más importante. Da acceso a ella un vetusto portal del s. xiv con ventanales de ornamentación española. En su interior, tiene como elementos más primitivos las arcadas de la nave, del s. xi. En el transepto se levantan mudos los «santos de Solesmes», la más genuina representación del arte francés en el s. xvi. El brazo derecho del transepto, que por la riqueza de su decoración se le ha denominado la Capilla Bella (Belle-Chapelle), está consagrado a la Virgen.
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