«A un lado y otro del río Nansa, en el valle de Tudanca, se alzan montañas y riscos, revestidos de robledos y hayedos, con avellanos y otras especies además de altas praderías que cierran el azul del cielo con la verdura de los pastos, a los que viene a acariciar la bruma tutelar.
En el fondo, junto al río, los maizales ponen su nota de cultivo casero. Y entre los maizales, junto a la pobre iglesiuca, está cerrado el huerto de la muerte, el cementerio de Tudanca, sobre el que vigila una cruz de piedra»
Miguel de Unamuno
Miguel de Unamuno y Tudanca

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