En la única casa de algún porte (de la calle Colón) se abría «La Sacristía», taberna en permanente competencia del chiquiteo con el «Kinestoscopio», sede de alegre tertulia taurina decorada con cabezas disecadas de toros con historial y trofeos de la fiesta brava:grandes cartelones anunciadores de las corridas santiagueñas recordaban tardes brillantes. En «El Kines» se organizaron corridas y novilladas de postín, pues era allí donde, en competencia con «Le Comptoir» de Serafín Hernández, en la Alameda primera, estaba permanentemente encendida la lámpara de la afición local.
De Santander en la historia de sus calles, de Simón Cabarga
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