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Santander en la ruta jacobea

Esteban de Garibay escribía en el siglo XVI:”El viaje ordinario de la peregrinación de Santiago de Galicia,desde el tiempo que fue hallado el cuerpo de Santo Apóstol, se solía hacer entrando de Francia por Guipúzcoa a Vizcaya, y de allí a las tierras que llaman La Montaña, y de ella a las Asturias, primero de Santillana y luego de Oviedo, cuya muy devota iglesia de San Salvador visitando entraban en Galicia, y acabado el viaje se tornaban por las mismas tierras, y pasando muchos más trabajo en la ida y vuelta por los ásperos caminos que hay en estas tierras, a causa de
las grandes montañas; aunque, sin duda, el viaje es más breve por las marismas de estas regiones.”
El camino procedente de Guipúzcoa y Vizcaya penetraba en Cantabria por El Haya de Ontón y seguía por Castro Urdiales, Cerdigo, Guriezo y Liendo hasta Laredo. En líneas generales, desde este punto los peregrinos tenían dos caminos para penetrar en Trasmiera. Uno de ellos salvando la Ría del Asón mediante la Barca de Treta, para desde allí por Bárcena de Cicero, Ambrosero, Beranga, Praves, Anero, Solares y Heras entrar por Santander por la Puente de Solía.
Y los otros, desde la playa de Ja Salvé, atravesando la bahía en barcas llegaban a Ja Villa de Puerto, hoy Santoña, donde había hospital de peregrinos, ya en tierras de Trasmiera, para desde allí por las playas de Berria, Trengandín y Ris presentarse en Isla, continuar a Ajo, Galizano y Somo, para rendir también viaje por
barca en Santander.

A su llegada a Santander, los peregrinos hallaban distintos sitios donde alojarse. En la parte oeste del claustro de la colegial se hallaba el hospital del Sancti Spiritus, fundado según disposición testamentaria por Nuño Pérez de Monrroy en 1318, recogiendo la obligación de todo canónigo de testar a favor de dicho hospital un lecho o bien una cantidad fija de dinero. Parece que en origen, antes de ver reducido su número ante el declive de las peregrinaciones, este hospital contaba con doce camas, cifra que no era infrecuente en los hospitales del Camino como alegoría de los doce discípulos de Cristo. Al lado del hospital, Juan Gutierre de Escalante, perteneciente a una de las familias más influyentes de la villa, mandó construir una capilla dedicada a Santiago que sirviera de panteón a su familia. Sin embargo, el uso original fue perdiéndose –a mediados del siglo XVII sólo quedaban los sepulcros y los nichos-, por lo que en el siglo XVIII se rehabilitó para dedicarla a Nuestra Señora del Rosario. En la centuria siguiente se convirtió en la capilla del Palacio Episcopal que estaba anexo a la catedral, perdiéndose todo rastro tras el derribo que siguió al incendio de la ciudad en 1941.
También del siglo XIV era el hospital de Santa María de la Calzada o de la Consolación, anexo a la iglesia del mismo nombre y sitos en las Calzadas Altas. Fueron construidos ambos edificios por orden de Gonzalo Roys de Escalante, en un solar perteneciente a su familia. Se conserva hoy una parroquia posterior, de 1772 y factura clasicista, obra del maestro cantero Francisco Pérez del Hoyo.
Cerca también de las Calzadas Altas se levantó el hospital de San Lázaro, destinado a atender a los enfermos de lepra y quizá utilizado posteriormente por algún peregrino, como sucediera en otras localidades del Camino cuando estos hospitales dejaban de prestar su uso habitual.

Luis de Escallada

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