José del Río Sainz consideraba el teatro y los orfeones entre las aficiones más destacadas entre los jóvenes y había muchas sociedades como el Salón de San Luis, de la Congregación de San Luis Gonzaga, y la Sociedad de Santo Tomás de Aquino. La Sociedad La Guirnalda y la Sociedad La Camelia alternaban los bailes con las funciones de aficionados y había también teatros de barrio como el de La Lira.
El ideal de todo niño desde que iba a la escuela, era representar en uno de estos teatros un papel de El puñal del godo, de Una limosna por Dios o de El héroe por fuerza, que eran las obras que más figuraban en los carteles. Era tal esta afición, que muchos niños improvisaban teatros en las buhardillas de sus casas y del Río recuerda que cuando estaba en el primer año en el Instituto, representaba comedias en una leñera en casa de sus amigos Julio y Felipe Camino, conocido después el último como el poeta León Felipe. (Del Río Sainz, Memorias 46-47)
Los montañeses pintados por sí mismos, de Salvador García Castañeda