1891: El muelle de Naos o de las Naos, con el Castillo de San Felipe al fondo

 

El muelle de las Naos, efecto de su libérrimo gobierno, ha sido siempre para los hijos de Santander, el teatro de sus  proezas infantiles. Allí se corría la cátedra ; allí se verificaban nuestros desafíos a trompada suelta; allí nos familiarizábamos con los peligros de la mar; allí se desgarraban nuestros vestidos; allí quedaba nuestra roñosa moneda, víctima de las chapas o del cañé ; allí, en una palabra, nos entregábamos de lleno a las exigencias de la edad, pues el bastón del polizonte nunca pasó de la esquina de la Pescadería ; y no sé , en verdad , si porque los vigilantes juzgaban el territorio hecho una balsa de aceite, o porque, a fuer de prudentes, huían de él para poner en salvo su salud: esta razón es la más probable; y no porque nosotros fuéramos tan bravos que osáramos prender a la justicia…

José María de Pereda, Escenas Montañesas

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