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Repruduzco un artículo del maestro Antonio Burgos, publicado en ABC el 30 de abril de 2005 y que refleja magistralmente la presencia y hermanamiento de La Montaña y Sevilla.
Bonifaz y la Torre del Oro
Con la restauración de Cristina Borrero y María Caballo (que me imagino la dejarán de elegante como sus interiores de casas buenas, buenas, buenas de Sevilla) a la Torre de Oro le han puesto un cajón de obras y disfrazado de cuadro de Mondrian. Mondrian y oro. Tiene en el cajón de obras más suerte que la Giralda, que cuando por vez primera la restauró el maestro mayor don Alonso Ximénez, le puso un cañizo como de chiringuito chungo de Chipiona. Hasta en materia de cajones de obra envidiamos a Venecia. Allí ponen unos cajones de obra de madera buena, olorosa y barnizada que son en sí obras de arte. Aquí ponemos telas metálicas de gallinero, rejas de campo de concentración, chapas de aluminio. Por eso la Torre del Oro está muy bien con su cajón de Mondrian. Hay que reivindicarla frente a la Giralda. La Torre del Oro no tiene quien le escriba y a la Giralda le chorrean los versos por los balcones.Y viene al caso la Torre del Oro porque antier noche vinieron los montañeses…-¿Los que son del mismo club de fútbol que el Papa?-No me irás de decir que el Papa, como San Fernando, es bético…-No, el Papa es del Ratzin…ger de Santander.Vinieron los montañeses de la Consejería de Turismo de Cantabria, y le dieron un homenaje a la Torre del Oro. Lo personificaron en un excelentísimo montañés de Sevilla: Rogelio Gómez, el de Trifón. No valoramos los sevillanos lo importante que es la Torre del Oro para los montañeses. La Torre del Oro es su Hércules. La que está en el escudo regional y en el de Santander. La Torre del Oro forma parte de la mitología de la Montaña, que es como aquí se pronuncia esa cursilada de Cantabria. Aquí gracias a Dios no hay cántabros: hay montañeses, montañeses trabajadores, tenaces, emprendedores. Como el almirante Ramón Bonifaz, que era de Laredo y vino con San Fernando con el primer buque de la Armada y la primera Infantería de Marina, para ganar Sevilla a los moros. Sí he dicho moros, ¿pasa algo? Bonifaz rompió las cadenas que los moros tenían echadas desde la Torre del Oro al restaurante Río Grande de la época, para que no pasara un cristiano. Rompió las cadenas, echó a los moros de la Torre, puso a Paco Ramos en Río Grande y ganó para la Montaña la gloria de la conquista de Sevilla. Tras lo cual reutilizó los barcos para poner un negocio de pasear turistas por el río. Y los montañeses, en sus escudos, pusieron la Torre del Oro como trofeo, orlada por las cadenas. Cadenas que están ahora en la iglesia de Santa María de Laredo. Laredo propiamente dicho, no el muy montañés Bar Laredo, donde podrían estar mejor aún. De chico oía una leyenda preciosa. Nos decían cuando nos columpiábamos en las cadenas de las gradas de la Catedral:-Estas cadenas son las que rompió San Fernando, que los moros las tenían echadas en el río…El almirante Bonifaz no vino solo a Sevilla. Lo dijeron en el homenaje a Rogelio. Aprovechando el porte y la collada, trajo sus barcos cargados de montañeses. Con Bonifaz llegó a Sevilla don Antonio González Nicolás, aquel jándalo municipal finísimo que le soplaba los artículos a su amigo Romero Murube. Con Bonifaz vino don Moisés Cobo Abascal para poner un tostadero de café; vinieron los dos hermanos del Bar Laredo; vino Trifón. Vino también Teófila con los chicucos de Villacarriedo, pero cogieron el Comes y se fueron a Cádiz. Bonifaz vino expresamente a Sevilla para que las marías tuvieran tiendas de ultramarinos donde les fiaran y los maridos, tabernas donde coger la tajá. Si la Torre del Oro está en el escudo de la Montaña es porque era muy difícil pintar las barricas de sardinas arenques de las tiendas de ultramarinos y el mosto de las tabernas. Pues más que un marino, Bonifaz, como buen montañés de Sevilla, era un ultramarino.
Antonio Burgos.