Menéndez de Luarca, en una famosa e inflamadísima alocución al decretar la guerra a Napoleón Bonaparte, advertió
con acrimonia que “el palacio episcopal habría de ser hollado por los caballos de los granaderos del Corso”. Y el
vaticinio se cumplió, no de inmediato, sino al regir la provincia el joven jacobino general Barthelemy…