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10 de diciembre: Nuestra Señora de Loreto, patrona de Peñacastillo

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Mª del Carmen González Echegaray. Santuarios marianos de Cantabria.

Se encuentra esta imagen actualmente en la iglesia parroquial de San Lorenzo, en el altar colateral de la Epístola. Este templo modernista se destaca desde la carretera general de Asturias al llegar a Santander, como la casona de un nacimiento, pequeña y recostada en la Peña, pero, según nos acercamos, avanza hacia el camino al modo del mascarón de proa de una nave, adelantada y pionera de la peña, que se eleva tras ella amenazadora, creciendo y creciendo la torre a la par que disminuye el monte, hasta que, triunfante, la iglesia ocupa todo el plano.

Estuvo la imagen de Loreto situada en una ermita en la ladera sur de la Peña,pero desapareció el pequeño templo y después su solar, al ser derruido por las canteras que han destrozado el monte, no quedando, por tanto, ni el lugar donde estuvo emplazada. Debió fundarse este eremitorio a finales del siglo XVII o principios del XVIII. La primera noticia que tenemos es una carta de venta en que se cita: “El sitio de la Peña, lindante por el nordeste con heredad de Nuestra Señora de Loreto.Esta escritura va fechada en 1754. F. Barreda nos la sitúa hacia “la mitad de la ladera sur”, y Francisco Xavier de Bustamante dice:”En su cumbre, a la falda meridional, se halla fabricado un santuario dedicado a Nuestra Señora de Loreto”.
Según un manuscrito de Fray Antonio de Boo Anero, el origen de esta ermita “fue en una cavidad de la peña”. Dice que un italiano introdujo esta devoción, “el cual limpió y aseó aquel sitio e hizo un altar muy decente y una imagen de bulto, que tituló Nuestra Señora de Loreto, todo con limosnas de los fieles comarcanos”. Esta advocación de Loreto tiene gran devoción en Italia, ya que en la antigua ciudad de Loreto se conserva una imagen muy venerada, y dice la tradición que la casa en que habitó la Virgen en Nazaret fue trasladada por los aires a la Dalmacia, donde, en un bosque de laureles, se fundó la ciudad de Loreto. Curiosamente, en la Peña existen aún algunos árboles de esta especie,cercanos a la iglesia parroquial donde hoy se encuentra la imagen.
El primitivo fundador de la ermita de Peñacastillo fue a pedir al Papa un jubileo “para la mayor frecuencia y decoro del santuario:’ y allí falleció sin haber podido regresar a la Peña. Se hizo cargo de la ermita Francisco de Lasso, “catalán muy devoto y exemplar;’ que partió para el reino de México en busca de ayuda económica de los indianos “del país:’ para el “acrecentamiento” y adorno de dicha capilla, y allá feneció “con mucha opinión de santidad~’ Dice Boo y Anero textualmente: “Pasó a Peñacastillo otro hermitaño que vino del otro Mundo (sic), y trajo para la hermita muchas alhaxas dedicadas a su culto que dexó Lasso, aunque muerto muy al bibo; también trajo pintado un milagro que Nuestra Señora hizo con su devoto hermitaño, y fue que, navegando para Indias, con un temporal deshecho, a un abanze del navío, cayó nuestro Lasso al agua: Esta (caso prodigioso) se cristalizó y solidó de manera que, como a otro San Pedro, anduvo por su superficie sin undirse, y a su lado una señora que le sostenía, y así abordó
al navío donde le recogieron con veneración y pasmo. Trajo asimismo muchas alhajas de plata, y después se recobró la que había dexado en las Indias, no sé si tan entera, que como tiene liga es muy pegajosa. Con ella se hizo la hermita como está ahora’
Como puede comprobar el lector, es de lo más pintoresca la relación que nos dejó Boo y Anero del Santuario de Loreto, pero en realidad es lo único que se conoce de tal fundación. Aunque no tenemos noticias directas de la época en que fue fundada la ermita sobre la cueva, desde luego fue anterior al año 1767 en que está escrito lo anteriormente reseñado. Tenemos, además, noticias del año 1763, en que Pedro de la Carrera era demandado por su vecino Manuel de Palazuelos, “Teniente de Mayordomo de la Hermita y Santuario de Nuestra Señora del Oreto” (sic), sobre la venta de “unas alhajas donadas a dicho santuario”.
Efectivamente, de América llegaban donaciones importantes. Así, don Bernardo de Saro y Noreña, natural de Santander y fallecido en México, dejó en 1777 por testamento 29.275 reales y 26 maravedíes, que dejaban de renta anual 876 reales y 23 maravedíes, “a favor de la novena que se ha de decir anualmente a Nuestra Señora de Loreto, con sus 9 misas y una función el día de la Natividad de ella, 8 de setiembre, en la iglesia en que se celebra, de la soberana imagen en la Peña de Castillo, y se ha de fundar por el dicho Francisco Lasso de San Pedro~’ Se comprende que el testamento fue hecho con fecha anterior al fallecimiento de Lasso, y fue puesto en práctica en 1780, por don Antonio de Santelices y Guevara, Marqués y Señor de la villa de Chiloeches, quien se hallaba viviendo en Santander.
En 1788, don Manuel de Castanedo quiso hacer “cementerio” (pórtico) en la ermita de Loreto por su cuenta, pero fue demandado por el cantero Francisco de la Horza, vecino de la Encina de Cayón.
Como ya dijimos más arriba, la imagen pasó a la parroquial de San Lorenzo, iglesia construida en el siglo pasado, que sustituyó a su vez a la anterior parroquia situada en el barrio de Liuja, de la que sólo quedan pequeños vestigios y en la que había una importante imagen de Nuestra Señora del Rosario, con cofradía.

Como acabamos de decir, es de gran devoción, no sólo en el pueblo y barrio,  sino también en Santander y sus lugares. Barreda nos da cuenta de cómo, cuando la mar lamía por la ladera sur hasta el mismo pie la Peña, la gente llegaba en embarcaciones a cumplir promesas, o de romería el día 2 de julio, y que la ermita estaba llena de exvotos, como ya hemos apuntado. Había fundadas varias capellanías, y el indiano D. José Antonio Castanedo, en 1813, por testamento,
dejó para pagar una misa diaria a las seis de la mañana en la ermita, con “la precisa condición de que no se haya de variar la hora de la misa, la que será llamada con tres toques de campana, a fin de que aquel vecindario que se halla distante de la parroquia (que estaba entonces todavía en el barrio de Lluja) pueda oír misa’ y destinó 1.000 pesos “para comprar un vestido de buena tela para Nuestra Señora de Loreto y demás gastos, como son casullas, albas y manteles’ y otros 1.000 para que con sus réditos se pagase al “beato” que estuviere al cuidado de la ermita, exigiendo “que sea hombre de bien y que haya de vivir en el santuario:’ y 500 pesos más para otros gastos.
R. Gutiérrez Colomer nos relata cómo en 1892 la gente de Santander, el día de San José, se desplazaba a la ermita en “el urbano’ tranvía a tracción de mulas que llegaba hasta el Empalme, abarrotado de alegres romeros.
Los vientos sures azotaban duramente la ermita, que tenía que ser reparada

Devoción

No hay ninguna especial sobre apariciones, pese a lo cual tiene una gran devoción, y la antigua ermita guardaba cantidad de exvotos y limosnas de agradecimiento por curaciones y otros favores recibidos.

Con motivo de la festividad de Nuestra Señora de Loreto, se reúnen los pilotos y discípulos de la Escuela de Santander en una misa en la parroquial de Peñacastillo. A continuación transcribimos un párrafo de un artículo de L. Aguilar Hornos, aparecido en la Revista Aeronáutica, con el título Devoción a la Virgen de Loreto en España, al hablar de la de Peñacastillo da cuenta de la desaparición del santuario, y añade: “Sin embargo, si de la ermita de la famosa Peña no queda el menor vestigio, en la actualidad la suerte ha querido que en las proximidades de Peñacastillo se construyese el aeropuerto de Parayas, como estímulo para sostener una devoción que se mantiene desde hace más de trescientos años. Al despegar o tomar tierra los aviones del cercano aeropuerto, en su circuito de tráfico, sobrevuelan la iglesia parroquial de Peñacastillo como un saludo en forma de oración dedicado a la Patrona de la Aviación, en cuyo altar se encuentra, custodiada por el emblema de la aviación civil”.

 

 

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