Que eran de rompe y rasga lo confirma José del Río Sainz refiriéndose a las postrimerías del siglo pasado:
La gente más alegre de mi tiempo, en punto a mujeres, eran las cigarreras… Entonces eran las que daban el tono del optimismo popular. Quizás por eso los demás elementos populares les tenían envidia y mala voluntad. En mi niñez oí cantar a otras mujeres del pueblo una copla que decía así:
«Fábrica de Tabacos, /
no te cayeras y cogieras debajo /
las cigarreras».
Y es que las cigarreras llevaban los mejores hombres, alternaban con los señoritos flamencos y en la verbena de San Pedro, en la calle Alta, eran las ‘castigadoras’, las tiranas del baile. Naturalmente, las sastras y demás menestralas, sin carácter y sin historia,no les perdonaban sus éxitos
(Memorias 43)
Añadiré que un buen ejemplo de la popularidad de que gozaban modistas y cigarreras eran las numerosas coplas de Carnaval dedicadas a ellas o en las que se aludía entre bromas y veras a su belleza y a sus encantos, y las pullas en verso que les dirigía por Carnavales el popular Doctor Cambrillón».
Salvador García Castañeda
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